Conveniencias ciudadanas
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Bersahín López
La riqueza de una nación no solamente se mide en territorio, producto interno bruto, reservas de petróleo o minerales, recursos naturales o población, se han sumado múltiples variables a las mediciones de desarrollo social, índices de pobreza, educación y todas las que ventilan deficiencias o aciertos de las políticas públicas gubernamentales, por eso es necesario poner atención a la vida política de la que muchos ciudadanos se enajenan, pero cuyas consecuencias repercuten no solamente en indicadores, sino en la vida diaria, en muchos aspectos, tanto personales como sociales.
Desde que los gobiernos dejaron de conquistarse por la vía armada, cuando nacieron las instituciones políticas, se buscó a través de procesos electorales la legitimación de regímenes; se han experimentado un sinfín de cambios en las reglas, los procedimientos y las formas de comportarse de actores e instituciones, lo que cada vez nos lleva a contiendas más competitivas, con una alta carga de indefiniciones y dudas que se despejan hasta el día de la jornada electoral, cuando el ciudadano está dentro de la urna, frente a la boleta electoral.
La gran mayoría de las reglas, lineamientos, disposiciones legales benefician a la “clase política” sea alta, media o baja denominación, dejando descubierto y en la indefensión al principal motivo para construir un sistema democrático caro pero con posibilidades de ser el mejor, aunque no eficiente: los ciudadanos.
Las conveniencias de esas reglas, hasta hace algunos años monopolizaban el actuar político y lo reducían a las instituciones, sin permitir que los ciudadanos manifestaran de manera voluntaria y directa su simpatía por una opción distinta a la que les presentaban los partidos políticos; las candidaturas ciudadanas aun con sus limitaciones, refrescaron el escenario político, dando paso a la ciudadanización de los partidos políticos, acción dolorosa pero necesaria para aquellos que actuaban como en el pasado, en pleno siglo XXI.
Llegamos a la ciudadanización de prácticamente todo, el árbitro electoral (INE), los partidos políticos con candidaturas que se abrían a la sociedad sin afiliación partidista, se ha ido avanzando en la transparencia, las reglas presumen igualdad de condiciones en la disputa democrática por el poder, esta ciudadanización a la fuerza ha encontrado múltiples obstáculos impuestos desde las mismas esferas del poder, la conveniencia ciudadana ha sucumbido en algunos aspectos a las necesidades del poder.
El crecimiento de la inconformidad social, la merma en las expectativas de crecimiento económico, las malas decisiones de los gobiernos de cualquier color, en distintas áreas, el alejamiento de los gobernantes refugiándose en islas apartadas de la realidad ciudadana, la soberbia en pensar que al ser electos no hay por qué escuchar consejos ni aceptar errores, han logrado que el desprecio a todo lo que huela a política esté a flor de piel de los ciudadanos, las conveniencias de ambos sectores pareciera ir en sentidos opuestos, con prioridades distintas, pero con una misma constante: deterioro de expectativas de futuro.
Es en ese futuro en el que debemos de sentar las bases de nuestro actuar en el presente, no es posible para una nación en vías de desarrollo tener políticos ajenos a su realidad, ni ciudadanos alejados de la vida política, de las decisiones trascendentes, aquellas que van más allá del derecho de votar y ser votados, las que se construyen solamente con una participación permanente y efectiva, los ciudadanos han claudicado en fortalecer sus conveniencias por un desencanto plenamente justificado de la mal llamada clase política.
La conveniencia ciudadana debe traducirse en mejores gobiernos, en un crecimiento de la economía de sus familias y que se refleje en el bolsillo, debe estar plenamente identificada con la idea de tener generaciones de niños y jóvenes preparados integralmente para afrontar los retos actuales, donde los beneficios, los fracasos y obstáculos también se han globalizado; esta necesidad nos debe de llevar a actuar estratégicamente, articulados, con las ideas y ganas puestas en cualquier lugar en el que actuemos y no guardarlas en el baúl de las decepciones, fracasos, frustraciones que nos han provocado los que no comparten nuestras aspiraciones.
2017 y 2018 tienen un alto grado de carga política, los ciudadanos estaremos llenos de campañas políticas, promocionales coherentes y algunos que rayan en el absurdo, colores, nombres, propuestas del pasado, ideas innovadoras; participar ya no es una opción, es hoy una imperiosa necesidad.
Los ciudadanos no deben guardarse sus mejores argumentos para otra ocasión, el parteaguas definitivamente está en la participación constante en estos momentos, la ciudadanización de la democracia debe traducirse en la conveniencia de buenos gobiernos, que busquen el bienestar colectivo, el desarrollo como una constante de vida y no como una frase política, la honradez como una práctica común, el sentido común como el pilar de decisiones y la unidad como un pacto fundamental para conocer al país que juntos podemos construir.
Las conveniencias ciudadanas parten de necesidades básicas, de vivencias diarias, escapan a situaciones que en ocasiones se mal diagnostican y mal prevén en oficinas o rascacielos, no están muchas veces en la agenda de reuniones internacionales, no se asumen en las decisiones de gobiernos y gobernantes, esas conveniencias se encuentran en las calles saturadas de delincuentes, en el transporte público plagado de inconformidades, en los jóvenes que tienen bajas posibilidades de éxito profesional, en el campo olvidado, en el obrero utilizado, bastaría con volver a nuestros orígenes para entender que las conveniencias de todos los que se encuentran en la arena política son iguales a las del ciudadano de cualquier región o municipio del país.
Vivimos el mismo drama sólo que en diferente escenario, las expectativas y necesidades contienen los mismos fundamentos en distintas zonas del país, la conveniencia ciudadana encuentra identidad con la pobreza, la marginación, la salud, el desempleo, pero también causa sinergia en la riqueza humana del mexicano, en las bondades naturales que nos colocan en la expectativa de crecer con buenas decisiones de gobierno.
Necesitamos participación ciudadana, cuestionar con conocimiento, opinar propositivamente, dar seguimiento a promesas de gobernantes, obligar al cumplimiento y satisfacción de necesidades sociales básicas, obliguémonos a participar en la promoción de ideas, ciudadanos, colores, no como estructuras arcaicas, sino como ciudadanos libres que toman en sus manos la posibilidad de moldear su propia realidad.
Aprovechemos las oportunidades de participación social, siempre en el marco del respeto a los derechos de terceros, nadie luchará por lo que conviene a los ciudadanos si los esfuerzos no nacen precisamente de ahí, la nación ha sido diseñada históricamente para que por lo menos en el papel, el pueblo sea el origen y destino de todas las bondades.
En este siglo con múltiples opciones de participación, con un sinfín de herramientas puestas a disposición para el trabajo ciudadano, trabajemos de la mano, tecnológicamente pongámonos en la misma sintonía para que el mensaje sea claro y las repercusiones convengan a los ciudadanos en cualquier modalidad.
Los derechos consagrados en la Constitución son hoy acciones de urgente necesidad, la conveniencia ciudadana es el marco para el gran pacto social, el bienestar ,seguridad, los sueños, educación, deseos son necesidades que nos harán caminar en el mismo sentido, lo demás que encontremos en el camino son COINCIDENCIAS.