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Discriminación en el transporte público

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Ivonne Matteo

Han pasado más de treinta minutos y ningún autobús se detiene. Se les hace la señal de parada, pero pareciese que el tiempo no les permite cumplir con su labor… al fin uno cesa el movimiento, su actitud es tajante y despectiva, ¿esto es discriminación?

Aunque en los discursos políticos se hable de estrategias incluyentes contra esta práctica y se asignen partidas para erradicarla en el país, la realidad es que las actitudes discriminatorias son parte de la cotidianidad, son habituales y colectivas.

En la ciudad de Oaxaca de Juárez ocurre un fenómeno triste y cotidiano: un conjunto de comportamientos intolerantes, orientados a la exclusión social, es característico de los servidores del transporte público.

Por su condición merecedora de una mayor atención, las personas con discapacidad y los adultos mayores son víctimas de discriminación en este servicio, siendo así, vulnerados en sus derechos humanos.

Vladimir Martínez López, un reconocido medallista paralimpico de origen oaxaqueño, que diariamente hace uso del servicio del transporte público, comparte que sus experiencias no han sido precisamente positivas.

“Los choferes no se detienen”, es su principal denuncia. Los conductores de los autobuses no atienden su parada, no sirven a las personas con discapacidad.

En alguna ocasión, impotente de esperar más de media hora para que un urbano lo trasladara a su destino, Vladimir golpeó la puerta de uno de éstos, al percatarse con su bastón que el autobús estaba situado frente a él, pero con la puerta cerrada, “no abrió porque no quería que me subiera, yo le hice la señal de que se parara, pero siempre hacen lo mismo, nos ignoran”, recordó con melancolía.

Doña Margarita, de 80 años de edad, cuenta que los adultos mayores también sufren discriminación al hacer uso de este servicio, pues pareciese que a los conductores les enfada el tiempo que se tardan en abordar y en descender, “los escalones son muy altos, yo estoy fuerte aún y me las arreglo para subir, pero aún así te miran feo sólo con ver que eres una anciana, les fastidia servirte”.

La impaciencia domina a los conductores del transporte público, personas con discapacidad y adultos mayores son quienes más resienten este tipo de actitudes.

Al solicitar la opinión de Mariana Nassar Piñeyro, directora general del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) sobre las prácticas discriminatorias que viven estas personas en el transporte público, mencionó que la institución se encuentra gestionando transporte especial para las personas con discapacidad.

Con una sonrisa en el rostro, anunció que en noviembre dichas unidades comenzarán a funcionar, como medida para combatir la discriminación que viven diariamente estos sectores vulnerables de la población.  

Entonces la pregunta es, ¿otorgar transporte exclusivo para personas con discapacidad omd ela tercera edad ayuda a combatir la discriminación? ¿o en realidad fomenta que ésta siga existiendo?

Definitivamente se necesitan estrategias de concienciación social, así como capacitar a los servidores y funcionarios públicos para erradicar la discriminación. No se soluciona esta problemática apartando a unos de los otros, no sirve clasificar, sino coadyuvar a la sana convivencia integral de la ciudadanía.

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