Esta es nuestra realidad, esta es nuestra democracia y estos son nuestros partidos.
Compartir
Sin Concesiones…
Humberto Ferrusca
- La vigencia del deterioro de la vida político partidista que padecemos en México es inaudita, increíble e insufrible para los ciudadanos en general, el sistema político de partidos que carga la ciudadanía como el Nazareno cargó su cruz, y nos lleva en cada proceso electoral a vernos como los mártires de Gólgota, pero donde todo lo padecemos nosotros, los ciudadanos, solo que en esta versión los únicos que resucitan son los partidos, a los que encontramos de nuevo en el camino de Emaús, resucitados y ungidos milagrosamente por un poder intangible que nos rescatará de todos nuestros padecimientos y penas por virtud del actuar de aquel que fue elegido candidato, anticipo una disculpa a todos los que amablemente dispongan unos minutos de su valioso tiempo para leer las siguientes líneas que son solo una disertación personal escrita en agosto de 2015 y que creo que son absolutamente vigentes, a las que sin ponerlas en contexto solo quite un poco de la paja que acompaña las opiniones que vierto y que sitúan en tiempo y espacio lo escrito, no es falta de temas, ni de tiempo, ni de determinación para escribir, es que parece La Historia sin Fin, pero no la de Ende, sino del circo político nacional, así las cosas, dejo a su consideración las siguientes líneas:
Las actuales dirigencias de los partidos, donde mantienen sus mismas viejas prácticas, fortalece el principio de la desconfianza que los ciudadanos tenemos en ellos, producto del descredito que estas instituciones mismas han generado, pues en ellos los ciudadanos simplemente no estamos representados, si a eso le sumamos su corrupción, su ineficacia, su incongruencia, su corporativismo, la inmensa burocracia ligada a liderazgos que se imponen sobre sus militancias, la sistemática exclusión de las bases en la definición de los procesos internos a los que son convocados solo para aplaudir o para votar por alguna forma de acuerdo o compromiso; esas conductas anti democráticas nos aclaran la visión que tienen desde el interior “nuestros” institutos políticos y que muestra la severa crisis de legitimidad, que liderazgos y dirigencias conocen pero omiten haciéndose desentendidos, suponiendo que ignorarla la diluye. Esta crisis de nuestra “democracia representativa” que carece de liderazgos legítimos, y subsiste sin confianza social, se sustenta ya exclusivamente en el ciclo de simulación-corrupción-impunidad.
Hay una descontento colectivo contra el estableshiment de los partidos casi a nivel mundial provocado por la plutocracia política que deja en manos de una oligarquía partidista el destino de lo que dicen representar, teniendo el minucioso cuidado de excluir a los ciudadanos que votan por ellos, utilizándolos solo para tratar de legitimar su permanencia en el poder y que en nuestro país tienen como acción representativa; convertir el poder en oro, son específicamente merolicos narcisistas y procaces, que solo tienen lealtad para consigo y su partido, dejando a militantes y ciudadanos fuera de su centro de atención.
Nuestros “avances” en materia electoral de ninguna manera hablan de democracia, la legislación está hecha a la medida de los partidos, no de acuerdo a la necesidad, ni de justicia electoral, ni del acceso a la democracia de los ciudadanos por medio de procesos electorales limpios, creíbles, certeros e imparciales, es una ley a modo, que permite a los partidos y a los gobiernos tomar distancia de los ciudadanos y evitar que se integren, el autoritarismo de fondo y de origen, permite que los partidos no sean mediadores del interés público y social haciéndolo propio, eso ha provocado que el independentismo de candidaturas haya sembrado su semilla en el páramo de las elecciones mexicanas, pero indiscutiblemente su futuro no garantiza, ni el éxito de esas gestiones, ni que los que lleguen por esa vía sean mejores que los que son tutelados por partidos políticos.
Nuestro sistema partidista nos ha llevado a vivir en la realidad de delincuencia organizada, narcotráfico y narco política, asesinatos reiterados, de creciente e incontrolable pobreza, de falta de empleo, de debilidad económica, de desesperanza política, y aunque el Ejecutivo de la nación es el responsable directo de las políticas aplicadas en esas y otras materias que tienen a país y sociedad prácticamente colapsados, todo se instrumenta con la complicidad de los partidos que legitiman la actuación de los gobernantes. El peor crimen de los partidos en nuestro país, que es casi de lesa humanidad, es que tenemos un estado absolutamente injusto, inequitativo, que permite que la clase política nacional se solace en el yermo y desolado espacio donde campea la pobreza que sufrimos millones de mexicanos a los que se les da solo un “mejoralito” para esa fiebre perniciosa e incurable que el estado cuida que padezcan las mayorías, solo tratando que no se salga de control.
Los partidos políticos no nos garantizan calidad en la democracia, no nos garantizan representatividad adecuada, no nos garantizan el cumplimiento de promesas de campaña y ya ni siquiera el cumplimiento de los postulados de sus plataformas ideológicas y electorales.
Los partidos políticos se enfocan en ganar elecciones o pactarlas, en ganar dinero, en obtener el poder político dejando de lado los intereses de la sociedad, de los individuos, esto en nuestro país tiene una dimensión tremenda pues no representan a los ciudadanos, solo representan a los intereses de sus dirigencias, liderazgos y burocracias son aliados al gobierno como casi como cogobernantes, socios, cómplices o simples comparsas; incluso la oposición más férrea depende de los dineros públicos para mantener su posición “beligerante”, posición que sería inalcanzable si no se prestaran a ese juego para poder acceder a las dineros públicos que los mantienen.
En México teníamos solo un partido y sabemos que ese partido nunca funcionó como tal, sino como un brazo operativo del gobierno, eso produjo la cultura política con la que vivimos los mexicanos, por eso en nuestro país los partidos políticos no se han construido desde la sociedad, se han construido desde arriba, desde el gobierno y sus intereses, ahora las dirigencias de los principales partidos políticos en nuestro país nos muestran en su justa y precisa dimensión que la imperfección y el extravío de nuestra anhelada democracia, tiene causas y obviamente efectos, estas instituciones que según dice el Artículo 3 de la Ley General de Partidos Políticos, son entidades de interés público con personalidad jurídica y patrimonio propio, con registro legal ante el Instituto Nacional Electoral o ante los Organismos Públicos Locales, y tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y, como organizaciones de ciudadanos, y hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público.
Los partidos más “grandes” del país nos dejan ver al margen de los nombres, antecedentes personales, historias políticas y demás sustantivos o adjetivos que salpimientan estos procesos, en el PRI, al más acabado estilo autoritario del presidencialismo ramplón y antidemocrático de esa simbiosis del viejo y nuevo PRI, que simplemente no existe pues para que exista el nuevo debiera fenecer el viejo y que mantiene la llama de la avaricia y la ambición encendida en Buenavista, en Pachuca o en Atlacomulco; o un PAN amañado y con la podredumbre llena de moches, despilfarro, complicidades y sujeción al poder en turno, operando a través de prácticamente todas las delegaciones del partido un trabajo para consolidar este neo panismo, que seguramente lo llevará a otro fracaso y a la perdida de la poca credibilidad que le queda; el proceso del ocaso del PRD, que sobrevive dubitativo entre el fracaso y la extinción a donde se precipita sin un liderazgo fuerte y consistente que es lo que les permitió ser la expresión de la izquierda mexicana mientras hubo Cárdenas o López y que ahora acéfalos, se precipitan al abismo, regodeándose en la corrupción, las componendas y las traiciones, que dejaron de ser los mediadores de las reivindicaciones sociales más sentidas y anheladas por un pueblo sediento de justicia y cansado de miseria, y finalmente, al nuevo primer actor en la marquesina del bodrio que representa el espectáculo público de la política partidista mexicana, el Movimiento de Regeneración Nacional, que como la tradición de la izquierda mexicana vive por qué tiene la fuerza caudillista de su dirigente, ex priista, ex perredista y ahora en una nueva expresión política pero con el mismo principio con el que se forjó en su incansable carrera por el poder, el corporativismo, el populismo y un extraviado conservadurismo que además depreda el oportunismo político de actores agotados y con poco valor social para engrosar sus filas, pero todos, al margen de métodos, de criterios e incluso de opiniones tienen un común denominador, la vorágine de sus propuestas, protestas, acciones y actores, persigue solo cumplir a cabalidad con los intereses de los empoderados en cada uno de ellos, el poder por el poder, obtenerlo o mantenerlo, proyectos de partido sin proyecto social real, tangible y alcanzable, ninguno incluye los intereses de los mexicanos salvo en las líneas discursivas agotadas, anticuadas e inalcanzables en nuestra realidad, ninguno ve más allá de lo que su soberbia les dicta y de lo que pretenden para el futuro inmediato, acceder al poder o no perderlo, para nosotros es lo mismo, ya padecimos la PRI y al PAN en el gobierno federal, y al PRD por ejemplo en la Ciudad de México, Zacatecas, Morelos y Tabasco, pero los hemos padecido a todos en Estados y Municipios sin llegar a ningún lado que no sea la frustración y el desencanto, vemos lo mismo; amigos gobernando, corrupción e impunidad, rapacidad y egoísmo, esta es nuestra realidad, esta es nuestra democracia y estos nuestro partidos.
@FerruscaOax
Oaxaca de Juárez, agosto 19 de 2015/abril 24 de 2017.