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Javier, ponle campana a Robos

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Mtro. en D. C. Gerardo Francisco López Thomas

Siendo aproximadamente las 14:00 horas del día 9 de julio de 1998, fui contratado por familiares de los señores RLL y AELL, quienes me informaron que habían sido detenidos por elementos de la Policía Judicial en la colonia Siete Regiones de la ciudad de Oaxaca, y que se había practicado -por cierto de manera ilegal-, un cateo en un taller mecánico donde la policía decía que encontraron diferentes autopartes de tracto camiones y de vehículos, así como documentación y placas que pertenecían a vehículos robados.

Ante esto, me trasladé en compañía de un familiar de los detenidos ELL y del entonces pasante en Derecho, el licenciado Javier Rodríguez Cruz, a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia y de la Policía Judicial que se localizaban en jurisdicción de San Antonio de la Cal. Al indagar sobre mis clientes detenidos, me fue negada toda información tanto en Averiguaciones Previas como en la guardia de la Policía Judicial, por lo que deduje que al no encontrase en dichas instalaciones, probablemente no los habían presentado y como se dice en el argot policiaco, “los estaban trabajando”.

Siendo aproximadamente las 16:00 o 17:00 horas, di la instrucción por radio portátil (durante mucho tiempo ese fue mi medio de comunicación con los compañeros) de que se promoviera, por un lado un amparo por detención inconstitucional e incomunicación y, por otro, que una compañera se trasladara a la Comisión de Derechos Humanos a presentar una queja, por lo que mis compañeros procedieron a hacer lo correspondiente.

Aproximadamente a las 20:00 horas me entrevisté personalmente con el comandante del grupo de robos -pues me había percatado que hasta esa hora los habían ingresado a la corporación policiaca y se había iniciado la averiguación previa 1205(P.J.)1998, por los delitos de tentativa de homicidio en perjuicio de dos elementos policiacos-, servidor público que me requirió una cantidad de dinero bastante considerable por dejarlos en libertad, a lo que me negué. Recuerdo que le dije al comandante: “haga su trabajo, que yo haré el mío, pero todo derecho porque usted sabe cómo trabajo”, lo anterior porque yo había defendido a un familiar de dicho servidor público, también elemento policiaco y había conseguido su libertad de la imputación de un delito grave.

Conociendo la forma de actuar (en ese tiempo) de la Policía Judicial, le di instrucciones al licenciado Javier Rodríguez Cruz, que se escondiera materialmente con su radio portátil en un negocio conocido como “La Güerita”, donde vendían refrescos y comida, que se localizaba exactamente enfrente de la puerta para acceder a la guardia de la Policía Judicial, y que en la noche únicamente ponía candado a sus refrigeradores y subía las dos mesas que tenía, por lo que sin problema se podía uno meter.

Indiqué a mi pasante que se escondiera entre los refrigeradores y las mesas pero que nunca perdiera de vista la entrada desde ese lugar a los preventivos de la corporación policiaca, principalmente a los elementos del grupo de robos, lo que el joven abogado hizo. Me dirigí a la oficina, llegando me comuniqué con mis compañeros y me informaron que tanto amparo y queja estaban en proceso. El joven abogado que dejé de guardia me mantuvo informado que la mayoría de los elementos se habían retirado y que únicamente se habían quedado los del grupo de robo, en ese momento decidí que no se iba a cerrar esa noche el despacho, lo que comenté con mis compañeros y estuvieron de acuerdo inclusive la señorita encargada de recepción.

Siendo aproximadamente las 23:00 horas, Javier Rodríguez Cruz me informó que estaba viendo que los elementos de robos se introducían a los preventivos, por lo que le comenté que estuviera atento, que yo me trasladaba en ese momento a las instalaciones de la Policía Judicial.

Me comuniqué inmediatamente por radio con mis compañeros, quienes me informaron que en ese momento se iban a trasladar también con un visitador de la Comisión de Derechos Humanos y con un actuario del Juzgado de Distrito, pues se había iniciado la queja número CEDH/423/(01)/OAX/998 y el juicio de amparo número 579/1998, que se radicó en el Juzgado Quinto de Distrito en el Estado, a lo que les instruí que a la brevedad posible se constituyeran en las instalaciones de la guardia de la Policía Judicial porque también me dirigía a ese lugar.

Cerca de las 23:20 horas, estábamos constituidos un visitador, un actuario, y yo con tres pasantes y sin pedir permiso de acceso, pues no había nadie en la puerta de entrada (deduzco que por la hora). Nos introdujimos de manera furtiva a los preventivos de la policía judicial donde encontramos que mis clientes estaban siendo torturados por los elementos del grupo de robos, situación que fue certificada por el actuario del juzgado de distrito, pues encontramos incluso cubetas de agua y bolsas de plástico de color amarillo con las que afectaban la integridad física a mis detenidos. Recuerdo que recriminó mi actuar un comandante de guardia, cuyo apodo es el de un payaso famoso, pues se dio cuenta de nuestra presencia cuando ya estábamos en el interior; cuando los elementos policiacos se percataron de nuestra presencia, inmediatamente abandonaron las instalaciones de la Policía Judicial, dejando inclusive su comandancia abierta.

Ante tal situación, los compañeros nos distribuimos la operatividad del asunto y me trasladé con un familiar de los detenidos a la Agencia del Ministerio Público adscrita a la Dirección de Seguridad Pública y Tránsito del Estado, que se localizaba en las calles de Aldama de la ciudad de Oaxaca, donde a las 03:00 horas aproximadamente del día 10 de julio de ese año inicié la averiguación previa 909(J.P.)1998, en contra de los elementos policiacos y quien o quienes resultaran responsables.

Siendo las seis de la mañana todos los compañeros nos reencontramos en la oficina y organizamos unas guardias a cubrir, en lo que cada quien iba a su domicilio a bañarse, pero regresábamos nuevamente. Un familiar de los detenidos llevó a la secretaria hasta su casa que se ubicaba en Zimatlán de Álvarez, la esperó a que se bañara y la regresó a la oficina.

A las 10:00 de la mañana me constituí nuevamente en las oficinas de la Procuraduría General de Justicia del Estado, donde asistí a los detenidos en su declaración ministerial y en la que manifestaron lo que había acontecido la noche anterior, por lo que al haber presenciado los hechos también rendí mi declaración, aunado a que ya había rendido una en la averiguación que había integrado la noche anterior.

Siendo las 13:00 horas me informaron de la Dirección de Averiguaciones Previas -cuya titular era la hoy magistrada Alma López Vázquez-, que el licenciado Roberto Pedro Martínez Ortiz, que era el Procurador General de Justicia, quería hablar conmigo y que subiera a su oficina, lo que hice con el licenciado Javier Rodríguez Cruz y en esa entrevista le expliqué detallada y pormenorizadamente todo lo que había acontecido la noche anterior.

Deduzco que él tenía la versión del entonces director de la Policía Judicia,l pero al proporcionarle datos que sustentaban lo que le explicaba, como las certificaciones hechas por un visitador y un actuario, no había duda que realmente habían acontecido de la forma que narro los hechos, por lo que en ese momento y ante la evidencia tan notoria, dio instrucciones a la directora de Averiguaciones Previas para que girara las boletas de libertad respectivas en la averiguación previa  que de manera dolosa y de mala fe se les había iniciado por el delito de tentativa de homicidio, libertad material que obtuvieron mis clientes aproximadamente a las 16:00 horas.

Debo decir que a consecuencia de esas acciones de defensor llevadas a cabo, procedió que la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Oaxaca emitiera una recomendación e inclusive el comandante del grupo de robos y tres de sus elementos fueron procesados ante el juzgado quinto de lo penal del distrito judicial del centro.

Este asunto causó molestia al titular de la Policía Judicial e inició una campaña pública de desprestigio en mi contra, por conducto de diferentes periódicos, alegando que no era cierto lo acontecido y que yo ejercí mi trabajo como litigante de esa forma por proteger a bandas de robo de vehículos.

Quedo de ustedes.

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