CARGANDO

Escribe para buscar

#EnLaRed Agenda CIO CIOInforma

Las familias tenemos que comenzar a transformar ideas | Día Internacional para la Igualdad Salarial

Compartir

 

Ivonne Mateo / Redacción 

Cuando hablamos de una brecha salarial entre hombres y mujeres nos resulta difícil aceptar su existencia, principalmente, en entornos urbanos, en los que, afortunadamente, cada vez más mujeres ingresan al mercado de trabajo.  

Aunque pareciera que los espacios para el desarrollo laboral se expanden hacia un escenario de igualdad, la realidad es que las mujeres continúan enfrentando una serie de adversidades que les impiden obtener ingresos suficientes para subsistir.

La maestra en Economía con Perspectiva de Género, Flérida Guzmán Gallangos, explica que una de los principales motivos en el ingreso desigual es que las mujeres dividen su tiempo entre el trabajo doméstico y de cuidado -no remunerado- y el trabajo remunerado, mientras que los hombres destinan la mayor parte del mismo únicamente en el trabajo remunerado, situación que no solamente menoscaba las ganancias de las mujeres, sino conlleva estragos en el desarrollo de una sociedad y un país. 

—Estamos en un proceso muy interesante, donde se ha visibilizado este tipo de trabajo de cuidado y doméstico que recae en las mujeres, y para un país hay una afectación en el que las mujeres no estén en el mercado de trabajo, porque disminuye el valor que se produce. Los espacios de trabajo deberían ser mayores, pero esa participación le tiene que garantizar a las mujeres que no tengan que hacer el doble, que no estén en una situación de desigualdad ni en el ámbito de los hogares ni en el empleo—, señala la experta, quien explica que las dobles funciones que ejercen las mujeres representan la imposibilidad de hallar un trabajo pagado, de disponer de menos tiempo para ejercer ese trabajo una vez que se consigue, e incluso, ser considerada “menos valiosa” en el mercado por las prestaciones laborales que conlleva un embarazo o las solicitudes de días de descanso derivadas de las eventualidades relacionadas con el cuidado de hijos e hijas. 

—Las brechas de género y en especial, de ingresos salariales, son la expresión más clara de cómo se interrelaciona un sistema de género con un sistema económico. Los empresarios deberían tener una responsabilidad y nos toca a nosotras sensibilizarlos, ir y mostrarles: “a ver, si usted no está aprovechando esta mano de obra, que es la de las mujeres, usted está desperdiciando un capital humano y ni usted ni ella se están beneficiando”—, refiere Guzmán Gallangos. 

Las pérdidas que, según el sector empresarial, representa una mujer en un trabajo formal, van de la mano con las altas tasas de trabajo informal ejercido por las mujeres en Oaxaca, hecho que a su vez imposibilita que las mismas cuenten con un ingreso seguro, aunque sea mínimo, para cubrir sus necesidades y las de su entorno.   

—En el caso de México, y sobre todo de Oaxaca, me parece que tendríamos que hablar más de una diferencia en el nivel de ingresos, porque la proporción de las mujeres que trabaja en el comercio informal y no tiene un salario, sino un ingreso, alcanza el 80%. El estado funciona y opera programas a partir de los ingresos que aportan los ciudadanos, si las mujeres no trabajan, esa proporción de ingresos no existe, y si son informales tampoco hay ingresos, entonces la capacidad que tiene para cubrir las necesidades son bajas—, señala la experta.  

Pero esta problemática va más allá. Una vez que las mujeres disponen de una fracción de su tiempo para dedicarse a un trabajo pagado, habitualmente son segregadas a los empleos con los sueldos más bajos y con menores prestaciones, circunstancia originada por factores culturales e históricos.  

—Si vamos a analizar más posiciones en la ocupación en una empresa: No es lo mismo lo que gana un supervisor en Producción que lo que gana una jefa de Recursos Humanos, tienen diferentes salarios, y ahí están las mujeres. Las mujeres están en las áreas más relacionadas con lo que comúnmente significa ser femenino, y los ingresos, bonos, prestaciones de producción están asignados a los hombres. Históricamente,  las mujeres llegan tarde al mercado de trabajo, cuando comienza la Revolución Industrial, que comienzan a instaurarse las relaciones de trabajo, ellas están en el ámbito doméstico y conforme se fueron instalando las fábricas, los talleres, las oficinas, quienes ocupaban los puestos con más reconocimiento eran los hombres. Llegamos tarde y cuando llegamos, ya la trayectoria y experiencia del hombre imposibilita que se tenga un mayor salario—.

A lo largo de la historia, las mujeres han sido, erróneamente, dirigidas desde la infancia hacia los trabajos de cuidado y domésticos, cuestión que ha impactado en su preparación académica, sus conocimientos y su campo laboral. 

Las mujeres también, por cuestiones de género, no estudiaron para incorporarse al mercado de trabajo. No se mentalizaron con el “yo voy a ser una trabajadora y necesito prepararme en esto”, no, ahorita ya, pero anteriormente era “para qué estudias si te vas a casar”, o estudiabas solamente la primaria, con que aprendieras a hacer cuentas, ya estuvo. Esas ideas, percepciones que se tienen sobre lo que significa ser y hacer de las personas en una sociedad, no solo perjudica a las mujeres, perjudica a las familias, a los hombres, a los hogares y a la sociedad, al país, porque las mujeres que se quedan en los hogares tienen menos ingresos que si tuvieran un trabajo. Muchas veces no pensamos eso, competimos, sin pensar que si ganaramos lo mismo, conjuntamos esfuerzos… mejora todo: el nivel de bienestar de la familia, en los hogares, en la sociedad, en el país, todo—.

Es por eso que, señala Florida Guzmán Gallegos, no son suficientes las disposiciones legales de la paridad de género en los puestos de poder, o en los espacios laborales, sino que se debe comprender que hay funciones culturalmente atribuidas a las mujeres, funciones que van en contracorriente con los objetivos de crecimiento académico y profesional que cada una de ellas pueda tener. Se trata de un contexto que, comúnmente, no experimentan los hombres. 

—Aumentaron el salario mínimo con la idea de cerrar una brecha de carácter social, es decir, de diferente estrato socioeconómico. Lo que hacen son acciones positivas, dicen “vamos a subir el salario”, pero como lo que suben son salarios mínimos, suben todos, y la brecha salarial por género continúa exactamente igual—. 

A esto, Guzmán Gallangos añade la responsabilidad de los gobiernos de garantizar servicios públicos eficientes con el fin, entre otros, de combatir las brechas de desigualdad, pues “si no tienes servicios públicos, aumenta el tiempo destinado a las labores domésticas”, asevera. 

Hablar de una fórmula para que la desigualdad salarial disminuya es una labor titánica. Flérida Guzmán Gallangos lo resume en que se deben combatir tres cuestiones, tanto en su individualidad, como de manera integral. Todo sirve.  

Subjetividades, instituciones y prácticas. ¿Cuál primero? Las tres al mismo tiempo. Todo lo que se pueda al mismo tiempo para poder transformar, superar todas las situaciones que generan un nivel de bienestar para muchos y desigualdad, pobreza, violencia e injusticia para otro sector. Las familias tenemos que comenzar a transformar esas ideas y esos son los cambios más duros, porque el género, las construcciones sociales de género son subjetivas. Los hijos, los padres, deben participar más con acuerdos internos que permitan vivir en armonía y no cargar toda la responsabilidad en manos de las mujeres o las niñas. Los retos son muchos, pero las jóvenes están tomando la batuta y eso me da mucho gusto y están trabajando y lo están haciendo. Hay que trabajar de manera conjunta, con mayor conocimiento, conciencia y práctica. Se tiene que transformar  a partir de adquirir conocimiento. No se trata solamente de tener conciencia sino de tener conocimiento, porque muchas veces ignoramos, entonces, tener conocimiento de porqué sucede esto y poder trabajar para la transformación de esta situación en los tres niveles”, concluye.  

La Asamblea General de las Naciones Unidas decidió declarar al 18 de septiembre Día Internacional de la Igualdad Salarial con el objetivo de visibilizar esta problemática, convocar a la acción para abordar las desigualdades sociales y garantizar que las mujeres de todo el mundo reciban la remuneración justa y equitativa que merecen.

Deja un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked *

error: ¡El contenido está protegido!