Llegó la Reforma Judicial… ¿y ahora, qué sigue?
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Bersahín López / Coíncidencias
Han iniciado las campañas del primer bloque de candidaturas sobre las qué, por el método de elección popular, se definirá a un número conjunto de juzgadores y juzgadoras que tendrá la enorme responsabilidad de impartir justicia en distintas materias y competencias, bajo el nuevo esquema que busca un sistema judicial más equitativo y con parámetros de excelencia en México.
La reforma judicial y todo lo que de ella se desprende, simboliza un golpe demoledor al sistema judicial tradicional, que fue soporte en muchas ocasiones del sistema político priista del siglo XX y de algunos gobiernos de alternancia de principios del XXI. Con esto, escribir una propia historia desde la 4T, es una realidad que va a tocar todas las aristas de la vida pública de México.
Esta nueva etapa en el país nace con una serie de cuestionamientos por lo apresurado de su aprobación e implementación, pero todo esto, con base en la necesidad urgente de aliviar el sentimiento de injusticia social.
Con múltiples situaciones que mejorar, con un marco normativo más preciso que hay que construir, con mucha información que darle a la ciudadanía sobre este ejercicio electoral, pero la elección ya está en camino y lo que hay que intentar es que exista la mayor participación posible. Aún los que no están de acuerdo deben participar, porque no se trata de legitimar o deslegitimar algo, es el sistema de justicia de los años que vienen lo que está en juego.
Esta plataforma de participación jurídico-electoral, nos mostrará muchos rostros, sobre los cuales el pueblo deberá tomar una decisión el domingo 1 de junio. Habrá extraordinarias candidatas y candidatos, pero no tan buenos juzgadores, habrá otros con excelente perfil y preparación, pero sin la capacidad de conectar con el electorado, de ese mosaico de posibilidades y de la decisión ciudadana dependerá el esquema judicial en el país.
Serán 881 cargos que estén en disputa electoral-judicial, entre ministros y ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, magistraturas de la Sala Superior del Tribunal Electoral; magistraturas de las Salas Regionales del Tribunal Electoral; magistraturas del Tribunal de Disciplina Judicial; magistraturas de Circuito y personas juzgadoras de Distrito, cuyo único deber tiene que ser la aplicación estricta de la ley. En este caso no puede haber compromisos paralelos, al cumplir la ley a cabalidad, habrá honestidad, valentía, empatía, humildad y todos aquellos atributos que se derivan del buen actuar.
Desde la óptica individual, el sentido de justicia tiene que ver con lo que nos sucede directamente, la visión social de justicia alcanza a toda la colectividad. El que nos importe lo que le pasa al prójimo o el que nos interese lo que nos pasa a todos, son buenos motivos para informarnos y salir a votar.
La participación de la ciudadanía es importante para fortalecer el ejercicio de los derechos sociales y tratándose de una elección de futuros juzgadores, lo es aún más, no para deleite oficial, sino para que quienes ganen, sepan que el pueblo decidió y que si no hacen bien su trabajo se puede activar el viejo dicho de “el pueblo pone y el pueblo quita”.
En un escenario en donde la política tiene una carga tan negativa, el gran reto está en impulsar la participación en una elección que es judicial pero también política, porque elegiremos hasta con demagogia, lo que en la práctica debe estar alejado de cualquier intento de influencia en masa, porque la justicia se aplica sin distinción y eso es lo que los nuevos y nuevas juzgadoras deben llegar a instalar: un nuevo paradigma judicial donde, como lo decía José María Morelos, “qué todo aquel que sufra, tenga un tribunal que le ampare y lo defienda”.
La elección judicial como está planteada y bajo los argumentos de porqué fue aprobada, representa el futuro de la impartición de justicia en el país. Todo lo que demandemos en tribunales será resuelto a partir de ahora, por juzgadores elegidos en procesos electorales-judiciales. Dejar un espacio sin participación, es permitir que triunfen otros intereses de grupo.
Los juzgadores qué sean electos en las distintas materias, una vez estando en el cargo y con base en las sentencias, podrán ir atendiendo las deficiencias que puedan advertirse de esta nueva práctica de elección judicial. No está en juego la democracia para elegir juzgadores, lo que está en juego es la justicia en su más amplia connotación y ahí no podemos fallar.
Revisemos perfiles, advirtamos propuestas con intereses creados, demos el beneficio de la duda que puede ser una buena dinámica para elegir a los mejores, no es “pecar de inocentes”, pero sí es aprovechar una herramienta y un derecho que ya está en la Constitución, o la ocupamos todos para mejorar o la ocupan algunos para seguir con las prácticas tradicionales. Está en nosotros el futuro.
Como en la vieja paradoja del escéptico con Jesús de Nazaret, donde un ave tenía que vivir o morir. Así hoy, en nuestras manos está lo que ha de vivir o lo que ha de morir. Démosle vida a un nuevo México de justicia y prosperidad, participemos.