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LOS RETOS DEL NUEVO GOBIERNO Y LOS ALCANCES DE UN MÉXICO PARTICIPATIVO

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Bersahín López  | Coincidencias

Cada seis años, vivimos lapsos de angustia, esperanza, expectativa, noticias falsas, suposiciones, posicionamientos encontrados y coincidencias en torno a la conclusión de una administración federal y el inicio de otra. Este año no es diferente, sobre todo por la gran carga política, de seguridad, económica y social con que se está terminando el actual sexenio.

Desde la primera alternancia política en el año dos mil, pasando por la llegada de AMLO a la Presidencia de la República, después de más de una década de intentos fallidos, el sexenio que está por iniciar mantiene una amplia expectativa por todas las circunstancias y condiciones que vive el país: la primera mujer presidenta, las condiciones de seguridad que no son las mejores, las relaciones diplomáticas en el contexto internacional que se han entorpecido, las reformas de gran calado que no han logrado ser aceptadas en su totalidad y que heredará de la actual administración, las versiones sobre quién ejercerá tutela política sobre la presidenta o si no existirá tal condición, son algunos de los temas que mantienen la  expectativa, sobre lo que pasará en el país, después del próximo primero de octubre.

 

Con una mayoría avasallante en la representación política dentro de dos poderes del estado y que pronto se ampliará también en el Poder Judicial, Claudia Sheinbaum tiene todos los elementos para consolidar un gobierno adecuado a lo que necesita el país, con el fortalecimiento de una política social integral, así como apertura y sensibilidad en la relación política con quienes pueden aportar con participación al fortalecimiento de la unidad nacional y el desarrollo sostenible.

Ningún sexenio o administración puede ser igual, el presidente saliente le imprimió un sello particular a su forma de gobernar, el conocimiento que tiene del país y sus años en la lucha social, le otorgaron ciertas condiciones para hacerse de un poder casi unipersonal en la forma de ejercerlo.

 

La presidenta electa llega con un conocimiento pleno de la administración pública, más técnica que política, esto en ninguna forma le resta méritos, por el contrario puede fortalecer su visión de una país ordenado internamente y con fortaleza hacia el exterior, para proyectarse de buena manera en el contexto internacional.

El nuevo gobierno, debe estar consciente que una parte del pueblo de México, que tiene condiciones para votar, les otorgó su confianza con un triunfo electoral numéricamente incuestionable, lo cual también los obliga a actuar con la mayor objetividad, porque no es la permanencia de su movimiento lo que está en juego, sino es el crecimiento del país, la mejora de condiciones de vida de millones de familias en empleo, salud, seguridad, bienestar, movilidad, educación, lo cual está todavía lejos de concretarse de manera sustancial, pero que, con la participación de la ciudadanía y el buen actuar del gobierno en todas sus jerarquías, se puede lograr.

 

 

La presidenta electa Claudia Sheinbaum tiene que hacerse acompañar del pueblo de México, tiene que romper con la tradición política de cerrarse a un pequeño grupo gobernante que acapara decisiones y su implementación, en ocasiones más económicas que políticas, pero que también repercuten en la calidad de la política pública que se ofrece la ciudadanía.

Este acompañamiento del pueblo mexicano, podrá ser una fortaleza para la próxima administración federal, que el pueblo opine y participe será una forma de construir una verdadera democracia.

En su mayoría, los políticos hablan y responden a sus propios intereses y no al del ciudadano, por eso hay que seguirse expresando en las redes sociales, a través de asociaciones civiles, de fundaciones, de todos los elementos de asociación que la ley permita y el gobierno debe prestar atención, escuchar, tomar en cuenta los planteamientos, tal vez así caminaremos en dos vertientes paralelas: una sociedad más participativa y un gobierno más sensible.

 

No solo es impulsar reformas que cambien la relación de fuerzas de poder, dentro del poder mismo. Es necesario atender las necesidades del día a día de la población, con mayor humanismo en la atención que se recibe en todas las dependencias de gobierno, menor corrupción (la cual sigue existiendo) en trámites de emprendedores, comerciantes y trabajadores, depuración de funcionarios que no cumplan con sus deberes como servidores públicos e incorporar ahí, a miles de jóvenes que cuentan con capacidad, talento, ganas de servir y de salir adelante.

De no lograr esta “reforma moral” al interior del poder ejecutivo, en algunos años podremos escuchar voces que impulsen elección con voto popular de los integrantes de los gabinetes del ejecutivo federal, estatal y funcionarios municipales.

Si hemos llegado hasta este punto, es por el hartazgo del pueblo, ante la insensibilidad de quienes han gobernado, lo cual fue capitalizado por una corriente política, que hoy tendrá la posibilidad de construir un segundo piso de la transformación del país, pero también corren el riesgo de cometer los mismos errores y en algunos años, ser presa de lo que hoy señalan y condenan.

Por eso es necesario un pueblo participativo que ayude a reconstruir la unidad del país, el sentimiento nacional, debe prevalecer como una forma de cohesión a pesar de las diferencias y los intereses particulares existentes.

Claudia Sheinbaum tiene en el hoy Presidente de la República, extraordinarias lecciones de lo que se debe y no se debe hacer desde la primera magistratura del país. Esperemos las reflexione, analice y actúe en consecuencia.

 

Ningún modelo esta predestinado a subsistir, sino se adecua al tiempo y las circunstancias. La próxima presidenta vivirá su propio escenario y ahí se tiene que hacer acompañar de un México más participativo, cerrarse, es condenarse a estar bajo la presión de elementos fácticos, formales y reales de poder, que un día sí y otro también, reclamaran de ella, la lealtad, que solo y por juramento, le corresponde al pueblo en su totalidad.

Los retos son mayúsculos, pero ya ha superado uno: ser la primera mujer Presidenta de la República. Tendrá muchos más en adelante y uno de ellos es hacerse acompañar de un pueblo critico pero participativo, construir la unidad nacional, el desarrollo comunitario y una visión global incluyente son retos de sociedad y gobierno, de Claudia Sheinbaum y sobre todo del pueblo, que pone y también quita, cuando es necesario, malos gobiernos.

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