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Sacerdotes católicos, en defensa de su derecho a casarse

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A principios de octubre, en el Sínodo Amazónico, obispos de todo el mundo debatirán sobre la conveniencia de que el celibato no sea obligatorio para los sacerdotes en la zona amazónica, debido a la falta de jóvenes con vocación para ordenarse. En entrevista, Lauro Macías, representante de una organización de curas casados de México, explica por qué la Iglesia necesita sensibilizarse a los problemas que causa la imposición del celibato y a las ventajas de hacerlo opcional.

 

QUERÉTARO, Qro (Proceso) .- Lauro Macías, coordinador nacional de Ministrare, la organización que aglutina a los sacerdotes casados de México, aguarda con “mucha esperanza” el llamado Sínodo Amazónico, en el que obispos de todo el mundo por fin debatirán el espinoso tema del celibato y la necesidad de dar cabida en el sacerdocio católico a los hombres casados.

“No hay duda, ese sínodo será un gran acontecimiento histórico porque someterá a discusión la supresión del celibato en la zona del Amazonas, después de nueve siglos de que la Iglesia impuso el celibato obligatorio y nunca más permitió debatir el tema. Pero hoy busca nuevas luces para actualizarse, lo cual nos da mucha esperanza a los sacerdotes mexicanos casados”, comenta Macías.

Si se logra suprimir el celibato en esa amplia región sudamericana, agrega, este hecho será la “punta de lanza” o el “caballo de Troya” para que luego “se vaya suprimiendo gradualmente” en otras regiones del mundo.

–La falta de vocaciones sacerdotales es una razón para suprimir el celibato en el Amazonas. ¿En este punto hay alguna diferencia con México? –se le pregunta.

–¡Ninguna! Lo que pasa en el Amazonas pasa también en México y en todo el mundo. Es exactamente el mismo problema; en todos lados se padece la falta de sacerdotes, lo cual provoca un abandono en la atención pastoral a la población, que sigue aumentando por la explosión demográfica.

“Aquí en México este problema se da tanto en el ámbito rural como en el urbano. Y no solamente entre la gente pobre, como pudiera suponerse, sino también entre la población pudiente. Nos duele mucho ver el abandono en que se encuentran los fieles, sin distingo de su clase social.

Esto es gravísimo, muy preocupante, es como si una institución se estuviera quedando sin colaboradores y sin relevo generacional. En México, los seminarios se están despoblando y la edad promedio de los sacerdotes es de 60 años. ¿Quién los va a sustituir? Yo tengo bastante contacto con jóvenes; muchos de ellos no tienen ningún problema en dedicarse al sacerdocio, pero siempre y cuando no se les imponga el celibato. Por eso ya hacía falta que el Vaticano debatiera el tema. Nosotros en Ministrare llevamos años pidiendo este urgente debate.”

–A raíz del Sínodo Amazónico, ¿ahora sí podría el episcopado mexicano debatir el tema en una asamblea de obispos?

–Mire, a diferencia de otros episcopados, como el brasileño y el holandés, donde hay obispos que públicamente piden esta discusión, aquí no hay ni un ­minúsculo grupo de obispos que proponga analizar el asunto. Nadie se atreve. ¡Nadie! Los obispos mexicanos son muy conservadores; siguen obsesionados con esa idea de que el celibato es la perla del sacerdocio.

“¡Hombre! La perla del sacerdocio debería ser el servicio a los demás. Jesús jamás se puso como modelo de hombre célibe, y sí se puso en cambio como modelo de humildad y de servicio al prójimo. Ese es el camino que debemos seguir. En fin, a pesar del sínodo, no creo que los obispos mexicanos discutan el tema del celibato. No tienen la convicción de hacerlo.”

–¿Ni aun habiendo una instrucción del Papa Francisco para que cada episcopado aborde el problema?

–Bueno, con una orden papal de por medio o con una instrucción de Roma, por supuesto que el episcopado mexicano abordaría el tema del celibato, porque le guarda gran obediencia al Papa. Por fin se atrevería a tocar el asunto.

“El mismo Francisco, antes de convocar al sínodo, exhortó a los obispos a presentar propuestas. Les decía: ‘Hagan propuestas valientes, anímense, sean pastores con olor a oveja’. El Papa tiene además una pastoral de acercamiento a grupos marginados. Entre ellos incluye a los sacerdotes casados y a sus familias, con quienes, en 2017, llegó incluso a convivir en Italia. Son gestos suyos muy significativos.”

En marzo de ese año, en una entrevista publicada en el semanario alemán Die Zeit, Francisco reconoció que “la crisis de vocaciones sacerdotales es un gran problema”, por lo que, dijo entonces, “debemos analizar si los viri probati (hombres probados) son una posibilidad… También debemos determinar cuáles serían sus funciones, por ejemplo, en comunidades remotas”.

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