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Humberto Ferrusca

En 1985 se trastocaron muchos elementos comunes de la sociedad y del gobierno del entonces Distrito Federal que ahora ha cambiado su nombre por el de Ciudad de México, esos cambios afectaron realmente el futuro de esa demarcación y de todo el país, sin duda los cambios iniciaron el día 19 de septiembre de ese año a las 7:19 de la mañana cuando un sismo de 8.1 (MW) llevo a la sociedad de todo el país a sufrir una realidad que se vivió más como una pesadilla, hechos impredecibles como ese, que se convierten en tragedias, nos mostraron la solidaridad de la sociedad que se auto organizó para el rescate y asistencia de las víctimas y damnificados, nos enseñó que cada uno de nosotros somos responsables de nosotros mismos, y que cuando una emergencia se presenta, solo la gente que nos rodea aparece para ayudar, apoyar y auxiliar, un evento de esas características nos muestra la mejor cara de la convivencia social, y es lógico, la desgracia colectiva, hace que la sociedad cierre filas y se convierta en algo que por su condición se pudiera entender como una gran familia, nos muestra la generosidad de sus integrantes y su valor, se comprobó que actuar colectivamente ante los problemas de todos, dejando de lado el individualismo es lo mejor que nos puede pasar y es lo mejor de nosotros mismo lo que sale a flote en esos momentos.

Así también, esos eventos nos mostraron la parálisis del gobierno, su incompetencia y su obesidad, su falta de planeación y la carencia de la cultura de la prevención que en esa época era prácticamente inexistente, nos mostró una relajada reglamentación normativa para la construcción de edificios y viviendas pluri y unifamiliares, de oficinas, publicas y privadas nos enseñó también que los políticos (que prácticamente no han cambiado, más que de generación) medran o al menos lo intentan con la desgracia y la necesidad colectiva, que algunos miembros de la sociedad que colectivamente se vio ensalzada por su participación, también se dedicaron al saqueo y la depredación que no fue movida por la necesidad, pues en momentos como esos, todos somos necesitados, ese trágico evento también transformó a la ahora Ciudad de México, modificó el paisaje urbano, la relación colectiva, el modelo de gobierno, la convivencia social, modificó el reglamento de construcción, alimento la cultura de la prevención y la protección civil, vaya, sacó del gobierno de la ciudad al PRI y empoderó al PRD, partidos ambos que parecen en vías de extinción, mas por sus modelos que por sus resultados, pues los primeros compiten por seguir gobernando el país y los segundos por dar un descolón a su hijo pródigo, llevo a la ciudad a tener por primera vez un órgano legislativo y a votar por sus autoridades delegacionales que antes eran designadas por el poderosísimo dedo del supremo elector.

Ahora a punto de que se cumplan 32 años de esa catástrofe, el país vuelve a vivir un drama como el de aquel entonces, un sismo más poderoso ha sacudido al sureste del país, ahora fue de 8.5 (MW) y ha golpeado principalmente a dos estados que por su condición sería impensable que les pudiera ir peor, Oaxaca y Chiapas, dos de los estados más pobres y atrasados en su desarrollo, donde la competencia por ocupar los últimos lugares en los indicadores del desarrollo social se vive palmo a palmo y día a dia, y que pondrá a prueba a la sociedad y al gobierno, particularmente me referiré a Oaxaca y a nuestro istmo de Tehuantepec, ya se ha dado la Declaratoria de Emergencia Extraordinaria por parte de la Coordinación Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación para 41 municipios del estado de Oaxaca (y 122 del estado de Chiapas) eso activará los recursos del FONDEN, los municipios afectados son: Asunción Ixtaltepec, Chahuites, Ciudad Ixtepec, El Barrio de la Soledad, El Espinal, Guevea de Humboldt, Heroica Ciudad de Juchitán de Zaragoza, Magdalena Tequisistlán, Magdalena Tlacotepec, Matías Romero Avendaño, Reforma de Pineda, Salina Cruz, San Blas Atempa, San Dionisio del Mar, San Francisco del Mar, San Francisco Ixhuatán, San Juan Guichicovi, San Mateo del Mar, San Miguel Chimalapa, San Miguel Tenango, San Pedro Comitancillo, San Pedro Huamelula, San Pedro Huilotepec, San Pedro Tapanatepec, Santa María Chimalapa, Santa María Guienagati, Santa María Jalapa del Marqués, Santa María Mixtequilla, Santa María Petapa, Santa María Totolapilla, Santa María Xadani, Santiago Astata, Santiago Lachiguiri, Santiago Laollaga, Santiago Niltepec, Santo Domingo Chihuitán, Santo Domingo Ingenio, Santo Domingo Petapa, Santo Domingo Tehuantepec, Santo Domingo Zanatepec y Unión Hidalgo, el orden de inclusión en la lista no determina la gravedad de los daños ni la emergencia que en ellos se viven, pues esta es de proporciones inimaginables para todos, se habla de 800,000 damnificados, se dice que en el caso de Juchitán una de cada tres casas fue afectada o destruida y aparentemente la proporción en Asunción Ixtaltepec es mayor, no existe precedente de una desgracia de esta dimensión, los protocolos de seguridad a nivel municipal son prácticamente inexistentes, la respuesta de los tres órdenes de gobierno como en cualquier asunto que los involucre es lenta e insuficiente (fundamentalmente para sus detractores) queremos confiar en que la voluntad que han mostrado el presidente de la república y el gobernador del estado y las instrucciones que hasta el momento han girado sea posible ponerlas en práctica, no dudo ni de su compromiso ni de su responsabilidad, dudo absolutamente del compromiso y de la responsabilidad de sus equipos, dudo de la clase política que en este momento se encuentra medrando con la tragedia y la necesidad, de los insensatos que han ido a sacarse la foto y a modelar sus mejores actitudes y perfiles a la hora de donar algo que ni siquiera han aportado, detesto a los gobiernos del orden municipal, que sin ninguna responsabilidad social y política dejan en manos del gobierno federal la responsabilidad de dar respuesta a la sociedad, sin empeñarse al menos en tareas de solidaridad, organización y auxilio básico, una desgracia de esta magnitud indiscutiblemente rebasa a cualquiera y más aún si no se tiene la experiencia y sobre todo la voluntad y el compromiso, todo lo que se diga y se haga en estos momento es insuficiente pero no por ello inútil, de pronto enfrentarse a la realidad después de haber perdido el patrimonio es algo inimaginable hasta que la gente se enfrenta a esa realidad, eso supera a cualquiera, sabemos del valor y de la voluntad del pueblo oaxaqueño, que ha sobrevivido a sus depredadores gobiernos y a grupos “sociales” empeñados en mantener empobrecido a Oaxaca para justificar se existencia como luchadores sociales, ambos sin la solidaridad y sin el compromiso mínimo que la sociedad espera, sin capacidad organizativa ni de reacción, aparecerse en el caso del gobierno en la zona siniestrada con una corte de incompetentes lambiscones que se preocupan solo por que su “jefe” los vea presentes y ocupados, girando instrucciones al aire, sin respuesta, sin capacidad y sin eficiencia, viajando los de mayores privilegios en helicóptero y los que buscan viajar en él en breve, al menos en alguna camioneta que por su valor podría dar de comer por varios días a algunas de esas comunidades, que quieren hacer creer al jefe están a cargo de “algo” porque están en ese “equipazo” no porque su criterio y su capacidad les hubiera permitido escalar hasta posiciones de mando y coordinación, en fin, todos, y me refiero también a la sociedad, debemos aportar lo que nos sea posible, desde aportaciones económicas, de materiales de curación y de construcción, alimentos, agua, botiquines de primeros auxilios, trabajos de colaboración y apoyo en la zona afectada e incluso la aportación que muchas veces no se nota pero que se vuelve muy útil, la de no estorbar, y esto va por los fisgones, por los morbosos y por supuesto por los políticos oportunistas.

Sin duda el futuro traerá cosa nuevas y distintas a Oaxaca, primero las tareas de reconstrucción, donde esperemos que políticos y comerciantes no se quieran dedicar a hacer su agosto, donde este fenómeno físico no impida el despegue y la confianza de los inversionistas de la Zona Económica Especial del Istmo para iniciar las tareas que fortalezcan el empleo y mejoren la calidad de vida de los istmeños, esperemos que no se trastoquen las profundas raíces sociales y culturales que distinguen a la región, pero si, como producto del funesto evento, la transformación de la convivencia social, la forma de hacer política abusando de la necesidad de la sociedad de parte de la clase política y comerciando con sus carencias por parte de la sociedad, que se fomente la cultura de la prevención y la protección civil, que se innoven los protocolos de los cuerpos de seguridad en tareas comunitarias, que cambiemos de clase política y que finalmente el destino del istmo y de Oaxaca, lo decidan los istmeños y los oaxaqueños no un grupúsculo de perversos vividores.

Las crisis son siempre espacio de oportunidades, a pesar de los pesares, la sociedad debe de aprovechar la oportunidad de cambiar de fondo su futuro, no permitamos que los políticos cualquiera que sea su filiación (pues todos son unos desvergonzados) hagan clientelismo con la desgracia, nuestra indignación debe ser auténtica contra esos buitres, no permitamos que condicionen la ayuda y menos que lucren con los apoyos, y veremos que pronto nos los podremos sacudir.

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