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Humberto Ferrusca

Cuán felices son los hombres cuando viven arropados por la necedad

     Erasmo de Róterdam

 

Hemos tenido en nuestra historia reciente un sinnúmero de desastres naturales que han afectado severamente a la población de todo el país, a su infraestructura y a las finanzas particulares y estatales y sobre todo, han tenido un altísimo costo en los decesos que han sufrido la sociedad mexicana en general y miles de familias en particular, es, sin lugar a dudas un costo muy elevado, más allá de las consideraciones científicas, técnicas y/o ambientales que se argumenten; el cambio climático y el consecuente calentamiento global que padece nuestro planeta; el niño y la niña; los movimientos telúricos y sus causas; la insuficiente o inadecuada regulación técnica en materia de construcción; la inadecuada explotación o sobre explotación de nuestros recursos naturales; nuestra falta de previsión al vivir en las márgenes de ríos; en laderas inestables, e innumerables argumentos similares o relacionados a esos temas, pero esos desastres han sido los que dejan ver la condición de nuestra desgarradora realidad, de nuestras carencias como país y como estado, de la pobreza económica de la que somos presa, la debilidad de nuestros timoratos gobiernos, el oportunismo, la falta de ética y la inmoralidad de nuestra clase política, en la que incluimos a todos, tirios y troyanos, pero también la fortaleza y solidaridad de nosotros los mexicanos y que a pesar de nosotros mismos nos muestra que somos más grandes como nación de lo que nosotros mismos dimensionamos.

Y aunque en fechas recientes la naturaleza se ha empecinado en golpear nuestro territorio con lluvias, inundaciones, deslaves y sismos a lo largo de toda nuestra geografía, la nación mexicana está en pié, dañada, si, pero no desbastada, con un recuento de los daños que aún no es posible cuantificar por su magnitud y porque además como nunca antes, no bien salimos de un lastimoso evento, cuando ya nos encontramos inmersos en el siguiente, tenemos claro que aquí y en cualquier lugar del mundo donde se suscitan catástrofes como las que han acontecido en México, los gobiernos se ven en general rebasados, la respuesta social es sin duda más eficaz e inmediata que la gubernamental, es algo que debería ser absolutamente entendible, la extensión de los daños tanto territorialmente como en materia de infraestructura, las pérdidas patrimoniales de miles de familias, los innumerables decesos, las condiciones adversas de las regiones siniestradas, etcétera hacen lenta la respuesta de los gobiernos, pues los recursos materiales, financieros y humanos, no están en una canasta a la diestra de los gobernantes para ser repartidos entre los afectados sin ton ni son, es entendible que la población que sufre estos imponderables hechos, pida respuesta inmediata, que presas de la desesperación y la desesperanza, con el pánico causado por eventos de gran intensidad, esperen que la llegada o la presencia de funcionarios de cualquier orden de gobierno se dé con las respuestas y auxilios que se requieren en el momento, no es a manera de justificación, pero tiene un sentido lógico y administrativo, que la presencia de estos servidores sea una medida que genere confianza y que planifique las respuestas de acuerdo a su capacidad, que fortalezca de alguna manera la confianza de la sociedad en las instituciones y que pongan orden en el caos que se genera en estas situaciones, hemos en la historia reciente de nuestro país padecido muy fuertes desastres naturales, de los que enumero los que creo de mayor relevancia:

  1. Terremoto del 19 de Septiembre de 1985; Este movimiento telúrico que tuvo lugar en la costa del pacífico, en los límites de Michoacán y Guerrero, afectó severamente la Ciudad de México.

Teniendo una escala de Richter de 8.1 grados que duró por poco más de dos minutos, dejó un saldo cercano a las 10 mil personas fallecidas; aunque estimaciones posteriores indican que el número pudo haber ascendido a 40 mil, el terremoto derribó una gran cantidad de edificios, entre los cuales se encontraban condominios, oficinas y hospitales, entre otros.

  1. Huracán del 27 de octubre de 1959; la costa del Pacífico mexicano (cerca de Manzanillo, Colima) se vio afectada por un devastador ciclón tropical en Octubre de 1959. Se considera que es uno de los más fuertes conocidos en la zona del Pacífico Oriental.

Los muertos registrados por este desastre natural ascienden a 2 mil, convirtiéndolo en el huracán más mortal del Océano Pacífico.

  1. Erupción del volcán Paricutín; ubicado en el estado de Michoacán, es considerado el más joven del planeta, tuvo una continua actividad desde el año de 1943, pero fue en 1949 cuando una fuerte erupción causó la muerte de cerca de mil personas.
  2. Terremoto de 1973 (terremoto de Orizaba); antes del terremoto de 1985, es el más fuerte y que más daños había causado al territorio mexicano. Su epicentro fue en el estado de Veracruz, con una intensidad de 7.3 grados en escala de Richter, ocasionando la muerte de poco más de 500 personas
  3. Huracán Wilma; En el año 2005, el huracán Wilma tocó tierra mexicana afectando principalmente la costa de Quintana Roo, la zona turística de Cancún y a miles de personas, es considerado el huracán que más daños materiales ha causado, con una cifra final de mil 752 millones de dólares.
  4. Inundaciones en Tabasco; las inundaciones ocurridas en el estado de Tabasco en 2007, son de los desastres naturales que más daños materiales han ocasionado. La creciente de los ríos que rodean los estados de Chiapas y Tabasco provocó severas inundaciones, convirtiendo prácticamente al estado en una laguna y a pesar de ello, por miedo a la rapiña, la gente se negaba a salir de sus casas. Los daños materiales registrados fueron de 700 millones de dólares.
  5. Huracán Gilberto; En Septiembre de 1988, uno de los ciclones tropicales más intensos y devastadores registrados en el Océano Atlántico, causó grandes daños en el Caribe y el Golfo de México por aproximadamente nueve días, provocó poco más de 200 muertes en México y los costos materiales ascienden a unos mil 200 millones de dólares
  6. Huracán Stan; fueron 750 las pérdidas humanas que dejó a su paso, de los cuales en nuestro país, al menos 16 muertes se registraron. El número de mexicanos afectados superó los cien mil y los daños materiales ascendieron a 228 millones de dólares.
  7. Huracán Paulina; aunque de los peores desastres naturales ocurridos en nuestro país, es de los menos intensos, fueron importantes los daños que Paulina ocasionó en octubre de 1997. Las cifras indican que las pérdidas materiales alcanzaron los 62 millones de dólares
  8. Huracán Manuel en 2013, aunque sólo fue de categoría 1, dejó 123 muertos, 97 de ellos se produjeron en un alud en la comunidad de La Pintada, en Guerrero. También se afectó los estados de Coahuila, Chihuahua y Durango, hubo más de 59 mil evacuados y al menos 218 mil 594 personas afectadas. Las pérdidas económicas se calcularon en 242 millones de dólares.
  9. Y ahora los sismos del 7 y 19 de septiembre que han afectado a los estados de Oaxaca y Chiapas y; Morelos, Puebla, Guerrero y la Ciudad de México respectivamente con daños aun no totalmente cuantificados y un número de afectados aún por determinar, aunque se consideró que solo en Oaxaca eran alrededor de 800,000.

Este pequeño recuento de daños y eventos nos habla de lo vulnerables que somos frente a los fenómenos naturales, nos habla de la energía de nuestro pueblo y de su solidaridad y compromiso comunitario, en esas historias recientes que quisiéramos olvidar pero que debemos tener presentes siempre para forjar y/o fortalecer la cultura de la prevención, han sido un hito en nuestra historia y particularmente el sismo de 85 dejó como saldo el empoderamiento del en ese entonces recién nacido, Partido de la Revolución Democrática, que arrebato al vetusto PRI no solo el gobierno de la ciudad sino el control de sus estructuras, golpe político del que aún no ha podido reponerse, así como la pérdida del gobierno de la república en el año 2000 frente a Vicente Fox Quesada del PAN, y aunque recuperó la presidencia, no ha recuperado ni el control político, ni su presencia en la actual Ciudad de México, y ahora con los dantescos resultados de los sismos particularmente en Oaxaca, Morelos y la Ciudad de México, sin minimizar lo acontecido en Guerrero y Puebla que podrá pasar, en virtud de que el malherido PRD gobierna en Morelos y en la capital de la república y el PRI Oaxaca y Guerrero y el PAN en Puebla, los errores que comenten los políticos se tornan coyunturales en momentos de crisis como el que actualmente padece la gente en esos estados, el afán de medrar, la insolencia, el oportunismo, la absoluta ausencia de ética lleva a muchos de los prevaricadores que sufrimos en nuestro país a cometer excesos que esperemos que justamente la sociedad cobre con réditos, rayan en la estulticia, nos muestran su miseria y obtienen el desprecio por su inmoralidad y oportunismo, tanto los que por la calle van pretendiendo mostrar su solidaridad, como los inútiles que son incapaces de dar una respuesta pronta y expedita, los que burocratizan y medran con la tragedia, pero también los que engañan y dicen que hacen sin hacer y señalan con índice flamígero a cualquiera que se encuentre dentro de su rango de tiro o tenga el peso específico suficiente para tratar de demeritar sus actos aun siendo buenos o bien intencionados, también esos sátrapas que emboscados atacan a cualquiera por ser parte de una real o supuesta mafia para pretender erigirse en redentores sociales, a sus equipos guiados o extraviados que se dedican a señalar hierros por acción desde la absoluta inacción, es algo tan aberrante y burdo, que refleja la otra cara de nuestra sociedad que ha llegado a los límites de la tolerancia y ve con buenos ojos esa conducta que hace una apología de la conducta de unos mientras desprecia la de otros sin considerar que viajan por la misma vía y con los mismos destinos, todos los buenos y los malos en ese escenario son parte de la misma compañía teatral, son políticos “profesionales” u oportunistas que pretenden ser diferentes, algo como lo que la décima musa dejo a la posteridad

Hombres necios que acusais…

(con o) sin razón,

sin ver que sois la ocasión,

de lo mismo que culpáis.

 

…Parecer quiere el denuedo

de vuestro parecer loco

al niño que pone el coco

y luego le tiene miedo

 

Pero quizá por esta inútil disertación y por traer las líneas de Sor Juana que las desgracias que padece nuestro México sean más llevaderas  con un poco de literatura que por analogía nos muestre comparativamente algunos hechos descritos por personajes tan relevantes como Erasmo de Roterdam  que en su Elogio a la Locura donde hace una relación puntual de las “ventajas” de la Estulticia sobre la Razón; señala cuán felices son los hombres cuando viven arropados por la necedad, situación de la que no escapan ni siquiera los Gramáticos, los Filósofos, los Teólogos, los Papas, los Obispos Germánicos, los Reyes ni los Príncipes. La estulticia se presenta ante un auditorio donde desarrolla un elogio de sí misma, logrando que su sola presencia desarrugue entrecejos y produzca cálidas sonrisas. Enumera una por una sus cualidades, vanagloriándose de que sus muchos beneficios se reparten entre todo tipo de personas: desde el vulgo que se contenta con pláticas de viejas, hasta los reyes y eclesiásticos que se embriagan con toda clase de diversiones.

O Nuestro magnifico José Rubén Romero que con su pluma dio vida al contumaz borracho Jesús Pérez Gaona mejor conocido como Pito Pérez que nos dejó para saborear frases como:

¡Miserables esclavos de una iglesia que les predica resignación y de un gobierno que les pide sumisión, sin darles nada a cambio!

O la filosófica:

“¿Qué favor le debo al sol por haberme calentado, si de niño fui a la escuela, si de grande fui soldado, si de casado cabrón y de muerto condenado, qué favor le debo al sol por haberme calentado?”

Abur.

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