Un nuevo constitucionalismo intercultural para Oaxaca
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Bersahín López | Coincidencias
El mundo actual no debe concebirse exclusivamente como fue diseñado por los primeros habitantes, tampoco puede entenderse únicamente bajo las formas y dinámicas que fueron consecuencia de los procesos de conquista y evangelización.
La realidad global y sus dinámicas sociales, económicas y de poder, son una mezcla de todas las variantes culturales que han existido a través de los siglos, entender a la sociedad como un escenario plural e integral es el primer paso para delinear el futuro inmediato de las naciones en el mundo. Con toda la complejidad de las formas de convivir en colectivo: estado de derecho, constitución y sentido comunitario, son los nuevos retos del siglo XXI.
A lo largo del tiempo, México y en particular Oaxaca, han vivido procesos transformadores que no han podido borrar su pasado, prueba de ello, son las costumbres y tradiciones que aún perduran en la forma de entendimiento social, económico y político, manteniendo una dualidad entre lo que se ha hecho ley por costumbre y la norma de proviene del constitucionalismo, camino paralelo que no ha podido ser de todo integrador.
La premisa constitucional de que “todos somos iguales ante la ley”, encuentra sus variantes en la convivencia cotidiana, preceptos tradicionales de impartición de justicia, acceso al poder o ejercicio de facultades administrativas otorgadas por asambleas comunitarias, mismas que, en ocasiones, rompen con la generalidad que la ley nos marca, siendo en muchos sentidos tan importante la una como la otra para el establecimiento de la gobernabilidad y la sana convivencia.
Nuestro actual marco jurídico, corresponde a una consecuencia liberal de las luchas armadas, ideológicas y políticas, principalmente de los siglos XIX y XX, pero la realidad demanda un sistema constitucional que reconozca las distintas formas de pensar y actuar, no replantea el cómo debemos redefinir nuestro sistema de leyes, para incorporar todas las visiones, sin resquebrajar el sentido de unidad social en torno a nuestro estado e identidad histórica. La respuesta puede estar en las experiencias internacionales de interculturalidad e integración constitucional, que nos sirvan de guía para garantizar el respeto colectivo de las distintas pero unificadas variantes del pensamiento humano.
A la par del mundo, el marco jurídico no puede estar anclado en la visión de los primeros constitucionalistas, que merecen un reconocimiento por haber respondido a las circunstancias de su tiempo, la actualidad hace impostergable una readecuacion legal e institucional de todo aquello que rige la vida en comunidad, los derechos tradicionales y los emergentes, requieren de una armonización que permita consolidar el objetivo del bienestar colectivo, con una visión no solo jurídica, sino sociológica, humana, intercultural y de gobernabilidad, teniendo como eje rector, la integridad humana.
Oaxaca vive un proceso de renovación constitucional que puede permitir adecuaciones importantes que proyecten la primera Constitución local comunitaria e intercultural del país, siguiendo con el principio nacional de pluriculturalidad, en su más amplia concepción. El corazón de Oaxaca está en su historia, en sus orígenes, pero la movilidad hacia el futuro, debe basarse en el aprovechamiento de lo que social, cultural, económica y políticamente representamos, esas fortalezas deben definir una nueva estrategia de entendimiento mutuo, que abone a las posibilidades de desarrollo de todas las comunidades. El proceso reformador en Oaxaca, no puede ser solo técnico, sino requiere de un auténtico ejercicio de penetración social, que mueva las fibras más internas de nuestra historia, presente y futuro.
El proceso reformador en Oaxaca, puede ser para el país, una muestra de que el poder puede reformarse a sí mismo cuando tiene la iniciativa de hacerlo, y permite que el proceso se legitime con la participación de todas y todos, bajo esquemas de propuesta efectiva. La solidez técnica-jurídica debe ir acompañada por una solvencia social que incorpore como en la ecología del saber, la visión de todos, sin sectarismos, con la construcción integral que permita que Oaxaca tenga una verdadera constitución local, que permita pronto una reforma integral de la administración pública, la política y la forma de entender la gobernabilidad en un estado de 570 municipios y diversas formas distintas de pensar.
La llamada Primavera Oaxaqueña, debe permitir que florezca el debate, la integración y el enfoque social en todos los temas de la vida colectiva, aún sean de entes o grupos distintos a los de tradicional alianza. El nuevo constitucionalismo oaxaqueño puede ser confeccionado por el pueblo, con la participación de grupos especializados en los temas necesarios, esto permitirá avanzar para los años venideros en reformas sustanciales que impactarán en la vida diaria de la población.
Delinear una Constitución intercultural, con una amplia participación social, debe ser la constante en este proceso reformador oaxaqueño, debates verdaderos en torno al orden legal, nuevos derechos constitucionalmente, leyes que den vida a instituciones y normas que acaben con lastres del pasado, pueden socializarse de manera responsable, para que el pueblo conozca hacia dónde se dirige una nueva Constitución local y comprendamos porqué ello obedece al bienestar colectivo, más allá de las pugnas del poder establecido.
Una Constitución intercultural, tiene que construirse con una amplia incorporación de visiones, estamos en la ruta de hacerlo y hay que aprovechar la oportunidad, la idea de un proceso reformador en Oaxaca puede ayudar a aliviar heridas, cambiar la conversación social, llevar la lucha ideológica de las distintos sectores al diálogo constructivo, unificar las múltiples visiones de un Oaxaca justo.
Traslademos la confrontación histórica a un nuevo escenario de debate propositivo, donde no existan vencedores o vencidos, sino donde la mayor consecuencia sea un estado fuerte, orgulloso de sus orígenes, pero con la vista y la acción puesta en el futuro.