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El futuro | Bersahín López

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Coincidencias | Bersahín López

En la definición tradicional, futuro es algo que está por venir, algo que va a suceder con el paso del tiempo. Ha sido también, en el imaginario colectivo, un anhelo que sirve de una suerte de inspiración para esperar mejores momentos que el presente.

Pero el futuro no siempre ha sido extraordinario. Hay situaciones donde el futuro, cuando llega, se hace acompañar de desafíos, adversidades, complicaciones. Lo real es que el futuro es incierto, solo hasta que sucede podemos materializarlo y comprender sus alcances.

“Mejores momentos”, “tiempos buenos”; “tiempo al tiempo”, “relevos generacionales”, “lo mejor está por venir”, “no hay mal que por bien no venga”, son algunas de las frases que tradicionalmente asociamos a la idea de futuro, en las diferentes facetas de la vida, en los múltiples escenarios, en las distintas modalidades terrenales, y contabilizamos días, meses, horas, para que el momento esperado llegue y nos sorprenda para bien, logrando imprimir una nueva dinámica a nuestras vidas. Esperar el futuro contemplando el presente o construir el presente para tener idea del futuro son opciones de vida.

Dentro de todos los escenarios que enfrenta el ser humano, lo que se palpa en la vida pública es lo más real que tenemos para poder evaluar lo que sucede en las sociedades modernas, porque es en lo público donde está el reflejo de todo lo que sucede en la vida misma, ahí es donde se fusiona lo externo y lo interno. Esperar el futuro en la vida pública ha sido signo de esperanza, de mayores satisfacciones para la convivencia social como seres humanos.

México ha vivido con esperanza en el futuro. Los grandes problemas nacionales que se han enfrentado, en diferentes momentos de la vida como país, mantienen una idea muy marcada en el destino de una nación que siempre saldrá triunfante a pesar de las dificultades. El futuro ha sido una suerte de bálsamo que alivia la herida, en espera de la cura total.

En pleno siglo XXI, el futuro para México se muestra con menor certeza que en algunos otros momentos de la historia. Esto no quiere decir, necesariamente, que vaya a ser malo, pero sí existe un alto contenido de incertidumbre, ya que nuestro presente, lo que se está haciendo en la vida pública, marca un camino complejo; sin embargo, hay voces que auguran el mejor futuro.

Aquí es donde cabe la reflexión: ¿Por qué esperar que una persona, o un solo ente, trabaje el presente y nos diga nuestro futuro, en lugar de todos construir el presente para saber cómo se avizora el futuro?

Vivimos en una sociedad con muchas interrogantes. Existe desconfianza, una vida pública polarizada, muchos esfuerzos personales, poca actitud colectiva, estamos segmentados y falta cohesión nacional; aun así, en el ánimo colectivo existe la esperanza de un buen futuro a pesar del presente, porque siempre hemos encontrado futuro en otros momentos de la historia como país.

El futuro es colectivo, con repercusiones en la vida personal de millones de mexicanos. Entenderlo de esa manera nos llevará a imprimirle una dinámica positiva al presente. No existen salvadores que lo hagan todo por una sociedad que está adormilada. Todas y todos debemos construir ese futuro en el presente, visualizarlo como un camino al objetivo y no como una tierra prometida donde todo será exquisito y mejor.

El cómo queramos el futuro dependerá de nuestras acciones en el presente, ahí está una motivación más para no ausentarnos de la vida pública y poner más atención a lo que sucede en la actualidad.

La vida pública en México requiere de una retroalimentación para volver a encontrar la cohesión necesaria, esperanzados en las mejoras de los años por venir. Es importante estar atentos a todo lo que acontece y participar de las distintas formas en la vida social, política y cultural para forjar un presente que nos lleve a tener un futuro con mejores posibilidades de desarrollo.

Cualquier tiempo bajo cualquier circunstancia es una oportunidad para crecer y mejorar, hay que adecuarnos a la realidad en todos los sentidos. Nosotros y las generaciones que vienen detrás contamos aún con la adversidad existente, con todos los elementos para forjar un futuro con mejores condiciones. Salir de la comodidad es un paso en firme para vencer la mediocridad; como personas y sociedad debemos de avanzar aún con ciertas equivocaciones, porque eso permitirá encontrar la dinámica correcta en el objetivo de vida colectiva y personal que pretendamos plantearnos.

El futuro es nuestro porque tenemos el presente para delinearlo. En lo colectivo y en lo personal, hay que actuar con determinación. Nadie vendrá a hacer por nosotros, lo que no seamos capaces de realizar. La estafeta que tomamos no estuvo bajo nuestro control, pero la que vayamos a heredar a los que vienen detrás de nosotros, esa sí la podemos moldear.

Construir el futuro es posible y es esperanzador porque hay talento, ganas y visión de una generación que se forjó en la lucha diaria y estoy seguro que aunque aparentemente se encuentren adormecidos, despertarán porque la mediocridad no es un espacio permanente donde nos guste permanecer.

Construir el futuro es la mejor opción, en este presente complejo, que a todas luces nos da múltiples posibilidades de superación. Ahí encontraremos el bienestar integral de un futuro que está muy próximo.

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