Institucionalización de perspectiva de género en universidades, base para erradicar hostigamiento y acoso
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Rodrigo Islas Brito
En las universidades públicas y privadas la erradicación de la violencia de género debe iniciar por el real establecimiento de un sistema de denuncias y procesos de investigación y sanción de casos, así como su respectivo programa de verificaciones periódicas. Esto en un escenario en el que según estudios de cuerpos catedráticos investigadores, se tiene el registro de que en los últimos cuatro años en México casi un millón 31 mil mujeres vivieron un caso de violencia de género o de acoso u hostigamientos sexual hacia el interior de los institutos de educación media y educación media superior del país.
Conceptos y registros como estos se hicieron públicos durante la celebración en el Congreso de Oaxaca del conversatorio “Universidades por la erradicación de violencia de género” que contó con la intervención de cuatro especialistas en el tema como la investigadoras Nelly Caro, Nelyda Solana, Úrsula Zurita, y la Fiscala Especializada en violencia contra la mujer por razones de género de Quintana Roo, Lizbeth Lugo.
Durante el evento que contó con la presencia de diputadas de la 64 legislatura y profesoras, alumnas y algunos alumnos de diversos centros educativos del estado de Oaxaca, se dejó en claro que el hostigamiento sexual comprende a todas aquellas conductas verbales o físicas relacionadas la sexualidad de connotación lasciva, en las que hay una relación de subordinación real de la víctima frente al agresor en los ámbitos laboral y escolar.
Sobre el acoso sexual se abundó que se define como una forma de violencia con connotación lasciva en la que si bien no existe la subordinación, hay un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o varios eventos.
Además se hicieron referencia a estudios sobre acoso y hostigamiento en Instituto de Educación Superior, como aquel del 2018 en el que investigadoras de la Universidad Autónoma de Yucatán, concluyeron que el 33 por ciento de estudiantes de esta Institución habían vivido alguna situación de acoso, y de estos el 61 por ciento fueron mujeres, es decir el 20 por ciento del total de sus estudiantes de ese año. De los cuales el 40 por ciento guardo silencio sobre las agresiones vividas.
Otro caso citado fue el de la Universidad Autónoma de Chapingo donde en 2017 se estableció que el 23 por ciento de las alumnas habían experimentado acoso sexual a diferencia del 10 por ciento reportado por alumnos.
Sobre lo que la investigadora Nelyda Solana señaló la violencia en la universidad debe diagnosticarse y atenderse considerando las características específicas de este espacio social, ya que por ejemplo Chapingo se caracteriza por ser una universidad donde llegan estudiantes mujeres y hombres de educación media superior y superior de todos los estados de la República Mexicana, que se hospedan en el internado o se alojan cerca de la universidad, alejándose de su familia.
Al respecto otro caso tratado versó sobre un estudio de acoso y hostigamiento en la Universidad de Guadalajara, que señala que el acoso en los centros universitarios persiste porque no se denuncia, y no se denuncia porque los profesores tienen más poder y no hay pruebas de hostigamiento.
“Reporté a un profesor y me dijeron, ustedes las estudiantes a veces exageran. Me sentí frustrada”, “no le dieron seguimiento al caso y no solo pagó la chava que hizo el reporte, sino todo el grupo. El profesor nos echaba en cara que los hubiéramos reportado y se puso en un plan mucho más grosero”, fueron solo dos de los diversos testimonios de estudiantes que se citaron en el conversatorio.
Evento, organizado por el presidente de la Junta de Coordinación Política, el diputado de Morena, Horacio Sosa, en el que también se pautaron hacia donde deben ir los esfuerzos de las Instituciones de Educación Superior, respecto a las problemáticas planteadas y una incorporación certera de la perspectiva de género en el devenir universitario.
Los cuales pasan por la instalación de centros, programas o institutos dedicados a los estudios de género en las universidades, además de la incorporación de estas temáticas en la formación de las y los jóvenes universitarios y sus programas y planes de estudio, así como la institucionalización y transversalización de la perspectiva de género en la estructura universitaria.
Sobre los esfuerzos institucionales de transversalización e institucionalización de la perspectiva de género en las universidades en el conversatorio se abundó que esta deberá obedecer en torno a una recolección de información estadística que permita mostrar las asimetrías imperantes en las relaciones de género.
Además de procurar una incorporación de la perspectiva de género en la legislación universitaria con una base legal, a través de normas, reglamentos y estatus. Seguido por una sensibilización en temas de género para poder promover relaciones más igualitarias, con un uso del lenguaje no sexista que valore a las personas en su ámbito y las nombre.
A lo que cada integrante de una comunidad universitaria, alumno, profesor, directivo, personal administrativo debe asumir una postura personal contra el acoso y hostigamiento sexual, como un posicionamiento contra la violencia de género.