México no necesita redentores.
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Sin Concesiones…
Humberto Ferrusca
Ahora todos estamos calculando lo que en breve pasará en el Estado de México y vemos prácticamente con poco interés lo que sucederá en Coahuila, Nayarit o Veracruz; se da una relevancia excepcional a lo que sucederá en la elección que los “expertos” señalan como la antesala del 2018, pues replicará su resultado en el año por venir. Efectivamente, el Estado de México representa más o menos 14 % de los electores del país, aproximadamente el doble de la lista nominal de Jalisco o Veracruz, pero en las otras tres elecciones votarán al rededor de 9 millones de mexicanos, algo así como 10 % de la lista nominal. En las urnas, casi 25 % de los mexicanos tendrán la posibilidad de determinar el rumbo de sus estados y municipios, como el caso de Veracruz, e indiscutiblemente nos dejarán ver cuál puede ser el rumbo de las decisiones que se pueden esperar en el 2018.
Con certeza y precisión veremos que una vez más se impondrá la abstención, que es quien realmente campea en los resultados de nuestras elecciones, pero importa más, desde mi óptica, destacar que la abstención, que legitima a los ilegítimos gobiernos, que sufre, ha sufrido y sufrirá nuestro pauperizado país, ha dado a ganadores y perdedores de los procesos electorales la posibilidad de ocupar los cargos a unos y de acusar a todo y a todos por la derrota a otros.
En esos airados discursos donde unos se regodean en el éxito de la gesta y otros se compadecen en la derrota, descalificando la beligerancia del derrotado y su falta de responsabilidad y de madurez política y ellos cuestionando la legalidad del triunfo del adversario, en ambos casos omiten el valor de la abstención que les muestra a ganadores y derrotados que cerca de la mitad de quienes pueden votar no están dispuestos a hacerlo por ninguno de ellos, no les creen, ni los quieren, no los consideran opción para llevar las riendas de la administración del municipio, estado o país.
Es desafortunado pero cierto, nuestra clase política no representa los intereses de la sociedad, quizá en estos momentos eso nos permita contrastar algunas ideas y posiciones, discursos y descalificaciones, nada que trascienda realmente de lo que cualquiera de ellos dice representar; ninguno, bueno o malo, debe asumir que representa a la mayoría de los mexicanos, quien lo haga miente, si representara realmente aunque fuera una proporción importante de ciudadanos, ¿por qué no se comprometen a lo más valioso que pudieran hacer?, cumplir a la sociedad con lo que la sociedad requiere. Se comprometen a cumplir y, prácticamente sin hacerlo, con lo que ofrecen, que es una retahíla de ideas y de consideraciones personales, de proyectos de país que son su proyecto de país, no nuestro proyecto de país, se asumen como nuestros redentores, quienes nos sacarán de la condición en la que vivimos, sin decir a dónde nos pretenden conducir. Quienes ganan y pierden las elecciones de nuestro país se benefician de un sistema político caduco, agotado, perverso y abyecto, viven de las carencias jurídicas y procedimentales del Estado Mexicano.
La corrupción en la que vivimos es el alimento principal de la “mafia del poder”, en ella viven quienes no cumplen con su cometido en preciso ajuste a la norma, quienes de manera ilegal despojan a las instituciones de los recursos destinados a la administración pública, de quienes otorgan beneficios económicos o personales a socios, familiares o allegados por intereses ajenos a la sociedad y a los cargos que ocupan, pero también a aquellos que hacen de la oposición un paraíso personal lleno de opacidad e impunidad, beneficiándose igual que quien desde un cargo de gobierno aprovecha los vacíos legales.
México no necesita redentores, sea cual sea su nombre, México requiere un proyecto que emane de su diversidad, de su pluriculturalidad, de sus asimetrías, de sus históricas carencias y de sus justas y legítimas aspiraciones, no sólo de la voz de la denuncia que señala con índice de fuego la conducta ajena sin evaluar la propia, como escribió Juana Inés de Asbaje, nuestra inconmensurable Décima Musa “¿Qué humor puede ser más raro que, el que falta de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no está claro?”
Dejo a su amable consideración como corolarios lo escrito por Carlos Fuentes en La Silla del Águila: “…la política es la actuación pública de pasiones privadas”, o la frase que nos resume con absoluta y absurda exactitud, que se presume fue dicha por un renombrado priista, fundador del ISSSTE, del Museo de Antropología e Historia, nacionalizador de la industria eléctrica, en cuyo régimen se cuentan importantes actos de represión, Adolfo López Mateos: “La Revolución mexicana fue la revolución perfecta, pues al rico lo hizo pobre, al pobre lo hizo pendejo, al pendejo lo hizo político y al político lo hizo rico”.