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Bersahin López

MARZO EN REFLEXIÓN.

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Cada inicio de mes tiene un especial significado por la expectativa que marca en la vida pública y privada de todos los mexicanos, pero muy pocas veces hemos reparado con especial atención en la valía histórica de cada mes y la repetición cíclica de actividades, acciones o circunstancias que marcaron la vida de nuestra nación, haciéndola especialmente significativa.

Septiembre nos recuerda la lucha independentista con singular relevancia en el calendario cívico nacional, noviembre tiene un alto contenido cultural y social para el mexicano por la carga importante de sentimientos, tradiciones y costumbres que nos identifican a nivel mundial. Diciembre y enero son conclusión y comienzo, festejo y cuesta, felicidad y preocupación, final y destino. Por su parte, febrero nos recuerda los símbolos nacionales, la Constitución y el lábaro patrio son motivo de homenaje y celebración; todos ellos con la más amplia variedad de festejos, programas, anécdotas y significado nacional.

Ante esta pluralidad de festejos, con una variedad enorme de significados, marzo representa en el calendario nacional un punto de reflexión, otra oportunidad de inicio, un momento de conclusión de etapas o proyectos; no sólo es la primavera y la importancia natural que eso representa, es el natalicio de Benito Juárez con su figura que aún impresiona e idealizan algunos, pero que enseña a muchos que más allá del “respeto al derecho ajeno” está la dignidad, el valor y la valentía para defender a nuestra nación de imperialismos que no alcanzan a comprender el valor de la política internacional, basada en las premisas del Benemérito de las Américas.

Es el 13 de marzo, durante el peregrinar de las  tribus de Aztlán, cuando en el gran lago divisan el águila devorando una serpiente sobre un nopal —tal como les marcaba la visión—, que se funda la gran Tenochtitlan, antecedente de lo que hoy es México. Este inicio que se sustenta en lo asombroso de una fecha que parece haberse olvidado y que es necesario recordar, porque para encontrar rumbo en momentos de zozobra es necesario volver al origen; no basta sólo con recordar las hazañas o compadecernos de las derrotas, nuestro origen es punto de partida, el nuevo inicio, la primavera mexicana para afrontar las asechanzas del porvenir.

Marzo reconoce en sus páginas históricas el inicio de la vida de Alfonso García Robles, premio Nobel de la Paz e inspirador de las bases de política exterior sobre las cuales se mantiene México en el contexto mundial. También Jorge González Camarena ve la luz, quien años después nos legara murales como Historia de México, Liberación y La Conquista, todas ellas obras con un gran significado para el país libre que venía delineándose desde la promulgación, el día 17 de este mismo mes pero del año 1821, del Plan de Iguala, que señala la independencia de nuestra nación.

En 1929 la Revolución trata de institucionalizarse en México a través de la creación, por parte de Plutarco Elías Calles, del Partido Nacional Revolucionario (PNR), que lleva como su primer candidato a la presidencia de la República a Pascual Ortiz Rubio, quien nace en este mismo mes en el año de 1877 en Morelia, Michoacán. Mes de inicio y conclusión para este instituto político; como la transformación que de él se hace en 1938 por Lázaro Cárdenas, que pasa del PNR al Partido de la Revolución Mexicana (PRM), antecedente de lo hoy conocemos Partido Revolucionario Institucional.

Es marzo, un mes del año que ha ido acumulando todo tipo de importantes significados, la Expropiación Petrolera de 1938, la invasión de Francisco Villa a Estados Unidos, el nacimiento del poeta Jaime Sabines y la instalación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la segunda década del siglo XIX, cuando quedaron constituidos los tres Poderes de la Unión.

En tiempos modernos, marzo también se adjudicó la muerte de Luis Donaldo Colosio Murrieta, lamentable hecho que cimbró al sistema político mexicano en el año de 1994; lo fue también la muerte de Julio César en el Senado Romano 44 años antes de la era cristiana, como si con esas muertes la historia diera una posibilidad de reinvención, que traería consecuencias importantes para cada una de las naciones.

Es marzo, por todos estos acontecimientos, un mes que nos invita a la reflexión, el comienzo de la primavera que puede entenderse como una oportunidad genuina de reinventarnos como sociedad. Es una oportunidad para que como ciudadanos aprendamos de la historia y cohesionemos ideas, tomemos fuerza de nuestra pluralidad y juntos afrontemos los retos de un país en la ruta de la consolidación.

Con la llegada de marzo conmemoramos también el Día Internacional de la Mujer, fecha que sirve para evaluar, pensar y dar impulso a la lucha por los derechos de las mujeres. El recuerdo de la muerte de 146 mujeres trabajadoras en una fábrica de Nueva York, nos inspira a todos por igual a buscar mejores condiciones de vida, laborales y legales para las mujeres en el país y el mundo.

Este mes que año con año recibe a la primavera como principal atractivo tiene una gran carga histórica, emocional, de reflexión para todos los mexicanos. Seguro estoy que las grandes conquistas se gestan en momentos como estos; tenemos de dónde tomar las mejores enseñanzas, contamos con la oportunidad de palpar obras y trazos de nuestros antepasados, basta que tomemos esta oportunidad para ser los escritores de un mejor guion para la historia nacional.

En Oaxaca, este mes se cumplen los primeros cien días de un gobierno que busca  ganarse su propio espacio en la historia, espacio que estará enmarcado en las nuevas realidades que desde ahí se construyan. La historia nos enseña, los humanos erramos; el presente es oportunidad de construir, Oaxaca y el país necesitan que insertemos en las efemérides venideras momentos gloriosos, acciones concretas que dejen plasmado un mejor Estado. Tenemos una generación que no debe de olvidar que la humildad, la cercanía, la inteligencia y la perseverancia son valores que no están peleados con la oportunidad de grandeza, en lo personal y en lo colectivo.

Que sea el mes de marzo la oportunidad de días de reflexión y de acción; el pasado nos dejó huellas que podemos seguir y otras corregir, para crear mejores tiempos con la calidez de la primavera, la firmeza de nuestras acciones y la relevancia de nuestras reflexiones. Éste y muchos meses por venir tendrán en el calendario nacional espacios de conmemoración, celebración, recuerdos de esfuerzo y valentía, donde los nombres no deben importar, porque la acción y realidad se anteponen a todo lo banal.

 

 

 

 

 

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